La gente que cree en Dios es menos inteligente
¿Por qué, de media, los creyentes puntúan menos en los tests de inteligencia (y qué implica eso)?
Índice del Artículo:
- 1 ¿Qué dicen los estudios —en números fáciles?
- 2 ¿Por qué ocurre esto?
- 3 ¿Y eso implica que son más fáciles de manipular?
- 4 Algunas críticas y matices importantes
- 5 Evolución histórica de creyentes y ateos
- 6 Religión y ciencia en la actualidad
- 7 Ateísmo en la historia y el peso de la presión social
- 8 Un cambio de paradigma
- 9 Estudios y lecturas recomendadas (con enlaces)
- 10 Libros recomendados
- 11 Conclusión práctica
Este tema suele encender debates, así que voy a explicarlo de forma directa, sencilla y basada en estudios reales. Tener fe parece que hace a la gente más “tonta” aunque no está claro si es la gente más tonta es la que acaba teniendo fe.
Lo que muestran varias investigaciones es una tendencia en grandes muestras: en promedio, la gente que declara ser más religiosa obtiene puntuaciones más bajas en pruebas estándar de razonamiento e inteligencia que la gente no religiosa o atea. Vamos a verlo con ejemplos, cifras fáciles y enlaces a los estudios para que puedas comprobarlo tú mismo.
¿Qué dicen los estudios —en números fáciles?
Un análisis muy completo de Zuckerman, Li, Lin y Hall (2020) revisó 83 estudios y comprobó que la diferencia se repite en muchos sitios. Puedes descargar el artículo aquí: Zuckerman et al. (2020) — PDF. Otro trabajo con una muestra enorme revisó más de 200.000 personas y confirmó un resultado parecido; lo tienes en PLOS One (Dürlinger & Pietschnig, 2022). Un estudio adicional en Frontiers in Psychology analizó tareas de razonamiento con más de 60.000 participantes y mostró que la diferencia aparece sobre todo en pruebas que requieren suprimir una respuesta intuitiva para dar la respuesta lógica: Frontiers (2017).
Para que sea muy visual: imagina dos grupos de 100 personas. En el grupo de 100 creyentes, la puntuación media en un test estándar de coeficiente intelectual podría situarse en torno a 100 (esa es la media que suelen usar las pruebas). En el grupo de 100 no creyentes, la media suele situarse entre 103 y 106. Es una diferencia pequeña —unos 3 a 6 puntos de IQ en promedio— pero consistente entre varios estudios grandes.
Otra forma de verlo: si en 100 creyentes la media es 100, aproximadamente 50 de ellos estarán por encima y 50 por debajo —lo mismo ocurre en el grupo de no creyentes—, pero la curva de los no creyentes estará levemente desplazada hacia puntuaciones más altas. Eso no define a nadie individualmente; hay creyentes con IQ muy alto y no creyentes con IQ bajo.
¿Por qué ocurre esto?
La explicación que los investigadores suelen proponer no tiene que ver con “ser religioso” como una falla mental, sino con el tipo de pensamiento
Las pruebas de inteligencia y de razonamiento que se utilizan para estos estudios favorecen —por diseño— el pensamiento analítico. Por eso, cuando una persona utiliza con más frecuencia la intuición o confía en lo que siente o le han dicho sin exigir evidencia, su puntuación en esas pruebas suele ser, en promedio, algo menor. El estudio de Frontiers (2017) muestra precisamente que la diferencia aparece en tareas donde la intuición choca con la lógica.
¿Y eso implica que son más fáciles de manipular?
Si una persona tiende a aceptar mensajes sin contrastarlos y confía en autoridades o en la intuición, es lógico pensar que, en promedio, será más vulnerable a ciertas formas de persuasión que apelan a las emociones, a la autoridad o a relatos simples y contundentes. Investigaciones sobre conformidad social, credulidad y noticias falsas muestran que la gente con menor hábito de pensamiento crítico o mayor confianza en la intuición tiende a creer más en informaciones engañosas o conspiraciones. Por ejemplo, trabajos que analizan la psicología del engaño y de la credulidad señalan que la falta de pensamiento crítico y la confianza en intuiciones aumentan la probabilidad de aceptar informaciones falsas o teorías conspirativas (estudio relacionado en PubMed; y la obra que explora gullibility y fake news: Forgas & Baumeister — Gullibility).
Es decir, la combinación de una mayor tendencia a aceptar la autoridad y al pensamiento intuitivo puede hacer que, como promedio, algunas personas muy religiosas sean más susceptibles a tácticas de manipulación que usan emoción, urgencia, repetición o apelan a figuras de autoridad. Eso no quiere decir que todas las personas religiosas sean ingenuas ni que los no religiosos sean inmunes; hablamos de probabilidades y tendencias en grandes grupos.
Algunas críticas y matices importantes
Es imprescindible insistir en que hablamos de tendencias promedio, no de verdades absolutas sobre individuos. La diferencia de 3–6 puntos de IQ que mencionamos es pequeña en términos prácticos: estadísticamente tiene presencia, pero explica solo una fracción muy pequeña de la variación total entre personas. Además, hay factores culturales, educativos y socioeconómicos que también influyen: en países con menor acceso a educación científica la religiosidad suele ser mayor y eso puede inflar la diferencia observada.
Evolución histórica de creyentes y ateos
Hace unas décadas, la mayoría de la población mundial se identificaba con alguna religión. Por ejemplo, en 1970 aproximadamente el 80,8% de las personas profesaban una religión organizada, mientras que los “no creyentes” representaban solo un 4,5% del total mundial. (Fuente: Brill Journal of Religion and Demography).
En las últimas décadas, esta proporción ha ido cambiando lentamente. Según el Pew Research Center (2025), entre 2010 y 2020 el porcentaje de personas no afiliadas a ninguna religión creció del 23,3% al 24,2%.
Durante el mismo periodo, la población cristiana global se redujo del 30,6% al 28,8%. (Washington Post).
Aunque la mayoría mundial sigue siendo creyente, la tendencia general muestra un movimiento progresivo hacia una sociedad más secular y menos afiliada religiosamente.
Religión y ciencia en la actualidad
En el ámbito científico la diferencia es más marcada. Un estudio del Pew Research Center (2009) encontró que entre los científicos miembros de la American Association for the Advancement of Science (AAAS), solo el 33% afirmaba creer en Dios, un 18% en algún tipo de “espíritu o poder superior”, y alrededor del 41% se declaraba no creyente.
Otros estudios posteriores, como uno citado en Inside Higher Ed (2014), muestran que el 24,4% de los científicos se considera ateo o agnóstico, frente al 15,5% de la población general estadounidense.
En conjunto, los datos sugieren que la formación científica tiende a correlacionarse con un menor grado de religiosidad o de afiliación institucional.
El ateísmo no es una idea moderna. En la antigua Grecia ya existían pensadores que cuestionaban la existencia de los dioses.
Uno de los primeros fue Diagoras de Melos (siglo V a.C.), conocido como “el ateo” por su crítica abierta a la religión tradicional.
También Teodoro el Ateo (siglo IV a.C.), filósofo de la escuela cirenaica, fue mencionado por sus contemporáneos como alguien que “rechazó todas las opiniones sobre los dioses”.
A lo largo de la historia, muchos pensadores se vieron obligados a ocultar o matizar su falta de fe debido a la presión social y cultural junto a las graves consecuencias que esto implicaba.
Durante siglos, declarar abiertamente el ateísmo podía implicar marginación, persecución o incluso pena de muerte. Por eso, gran parte de los que aparentemente “creían en Dios” en épocas pasadas lo hacían por imposición social más que por convicción real.
Un cambio de paradigma
Hoy, el avance de la educación, la ciencia y el acceso libre a la información ha permitido que más personas se cuestionen lo que antes era incuestionable.
Aunque la religión sigue teniendo un papel central en muchas culturas, la tendencia hacia el pensamiento crítico y el secularismo continúa creciendo, especialmente en países desarrollados y entre las generaciones jóvenes.
Este cambio refleja un proceso histórico de emancipación intelectual en el que cada vez más personas eligen creer —o no creer— de forma libre, sin miedo ni imposiciones externas.
Estudios y lecturas recomendadas (con enlaces)
Si quieres consultar las fuentes directas que sostienen lo explicado, aquí tienes enlaces para leerlos tú mismo. El primer enlace es el meta-análisis que te comenté, y los siguientes amplían la imagen con muestras muy grandes y con estudios sobre razonamiento e intuición:
Dürlinger & Pietschnig (2022) — Meta-análisis en PLOS One (más de 200.000 participantes)
Estudios sobre conformidad social y religiosidad (ejemplos en PubMed)
Investigación sobre intuición vs. razonamiento y creencias
Libros recomendados
Hay varios títulos que suelen aparecer en búsquedas relacionadas con marketing, persuasión y narrativa de masas. Uno de ellos, Marketing Religioso, se presenta como un análisis de cómo las religiones han usado técnicas de persuasión y construcción de comunidad a lo largo del tiempo; en algunas fichas en línea aparece como Marketing Religioso: Descubre las estrategias de los verdaderos creadores del marketing. Otros títulos como —Cómo manipular a las masas y conseguir el poder y La Biblia resumida para tontos— aparecen también son muy recomendados de leer.
Si tu objetivo es entender cómo funcionan las técnicas de persuasión que hacen más vulnerable a alguien a la manipulación (y cómo protegerse), Marketing Religioso puede encajar bien como lectura complementaria: ofrece ejemplos y analogías útiles desde la óptica del marketing. Para un enfoque más directamente crítico o histórico sobre manipulación de masas, algún título centrado en propaganda y técnicas de persuasión como «33 técnicas de persuasión infalibles» sería útil también.
Conclusión práctica
En pocas palabras: la ciencia muestra que, en promedio, las personas muy religiosas puntúan un poco menos en pruebas de razonamiento que las no religiosas —una diferencia pequeña, del orden de 3 a 6 puntos de IQ. Esa leve diferencia, combinada con una mayor tendencia a aceptar la autoridad y la intuición, puede hacer que ciertas personas sean más susceptibles a mensajes manipulativos. Pero todo esto son probabilidades en grandes grupos, no juicios sobre personas concretas.
Nota: los enlaces incluidos dirigen a las fuentes científicas y a algunas páginas comerciales para fichas de libros. He priorizado estudios revisados por pares y meta-análisis grandes para que la información sea sólida y verificable.