Demasiado tiempo – Relato corto
Sus ojos grandes y brillantes miraban con miedo hacia arriba. De vez en cuando los cerraba como si por unos instantes todo fuera a terminar y por fin se fuera a despertar de la pesadilla. Acurrucado en una esquina de su casa. Sólo y temblando. Sus cinco años no ayudaban a superar la tragedia. Los aviones sobrevolaban la ciudad bombardeando todo a su paso.
Una de esas bombas cayó cerca. Muy cerca. Fue entonces cuando los gritos de la gente que se oía a lo lejos se acercaron. La gente corría de un lado para otro pero él no podía moverse. El miedo se había apoderado de su cuerpo. Sus padres ya no estaban. Hacía varias horas que habían salido en busca de algo de comer pero aún no habían vuelto. Posiblemente no lo harían.
Su pantalón corto roído por el tiempo mostraba sus finas piernas agarradas por sus manos. Desgastadas por la miseria y cubiertas de una capa de polvo. Seguía mirando hacia arriba. El agujero del tejado le permitía ver los aviones pasar. Esperaba que todos pasasen de largo y no le vieran en su rincón.
Pasaron otras dos horas. El hambre empezaba a hacer mella en su pequeño estómago. Llevaba más de diez horas sin comer. El agua de la cantimplora verde que se había encontrado días antes estaba vacía y no se atrevía a ir al pozo en busca de más agua.
Se agarró a su oso de peluche sacándole los últimos trozos de algodón que tenía en su interior. Sus fuerzas flojeaban. Cada vez se apoyaba más en la pared.
Por fin todo se calmó. Parecía que la guerra había terminado. Los militares entraron por la puerta que nunca había cerrado del todo y le vieron en la esquina, acurrucado. Su cuerpo inmóvil y el olor de la casa hicieron que los militares salieran de allí. Cuatro días habían sido demasiado tiempo.
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